No es desconocido que implementar un sistema de gestión de calidad en las organizaciones no es fácil, y entre las razones destacan; la ausencia de un verdadero compromiso por parte de la alta dirección, el desconocimiento real sobre las implicaciones del sistema por las distintas áreas de la organización, la falta de acercamiento a los grupos de interés y en el caso de las empresas de alimentos, éstos factores podrían ocasionar consecuencias irremediables asociadas a la salud y bienestar de los consumidores.

Es por ello, que la base de una estrategia ideal para lograr que todos los miembros de una compañía se dispongan a conseguir los objetivos de calidad de la empresa, está en el comportamiento de las personas y este se asocia a la forma de pensar de las mismas, por lo cual la alta dirección debe invertir todos sus esfuerzos a la comprensión inicial de patrones que serán no solo socializados, sino también consensuados y a partir de allí trabajados con disciplina persistente en el tiempo.

Para tener un equipo de trabajo comprometido con la industria, se debe dar prioridad al plan de largo alcance, crear la cultura de la inocuidad, con el fin de garantizar el logro de la confianza y credibilidad de la marca, contribuyendo de esta manera al concepto de sostenibilidad organizacional.